Villarejo de Salvanés saca a la luz un documento único que refleja los modos de vida de este municipio desde el siglo XIX a través de la fotografía. Se trata de un libro de gran utilidad para estudios históricos y que ha sido elaborado por Justo Pérez, el director de la Revista Encomienda Mayor de Castilla.
El historiador de Contexto, Luis Andrés Domingo Puertas, participa en el libro con un artículo, dentro del prólogo de esta edición, en el que se explica la importancia de las fotografías en los estudios históricos.
Reproducimos aquí el texto del prólogo
MÁS ALLÁ DE LO ANECDÓTICO: HISTORIA FOTOGRÁFICA DE VILLAREJO DE SALVANÉS
Luis Andrés Domingo Puertas
Miramos una imagen y vemos un instante congelado, fijado, atrapado en el papel o en un puñado de píxeles en la pantalla. A través de la fotografía, los instantes detenidos ante nuestros ojos hablan, se comunican con nosotros de una manera aparentemente elocuente. Y sin embargo, lo que somos capaces de ver en una primera impresión, esconde mucho más. Y eso que se oculta detrás de lo más obvio es, entre otras muchas cosas, un filón de información que puede resultar muy útil para cualquier aproximación histórica. Ahora bien, para desentrañar el fondo histórico de una imagen hay que fijar la vista, analizar y tratar de entender un lenguaje, hay que formular un método, desentrañar esa gramática que permite leer en lo visual aquello que lo convierte en documento, apreciar valor más allá de lo simplemente anecdótico. De hecho, hasta los gestos fijados en los rostros de otros tiempos tienen un estilo histórico, llevan la impronta de una huella social, un sedimento de costumbre y tipismo, un lenguaje de época que puede desde el presente ser analizado con un propósito histórico.
La historia de la contemporaneidad, la de los tiempos y lugares del pasado reciente, incorpora la fotografía como documento imprescindible para reconstruir y comprender hechos, circunstancias o procesos acaecidos. Y, sin embargo, la aparente objetividad de la imagen fotográfica puede inducir al autoengaño si no se reflexiona sobre lo que muestra; el alud de información que contiene cualquier fotografía puede perdernos en lo superficial. El lenguaje de la fotografía encierra sus propios códigos, y esa constatación debe llevarnos a una valoración sobre la especificidad de este tipo de documentos a fin de afrontar correctamente la diversa información que proporcionan, una evidencia visual que requiere planteamientos y preguntas adecuadas. La rotundidad de los datos que aporta cualquier imagen está sujeta siempre a lecturas y a puntos de vista, por eso una imagen debe ir acompañada por las palabras que la expliquen, dado que es el lenguaje el que dota de sentido a la representación visual, el que desentraña su mensaje, su condición documental. Como ocurre ante cualquier tipo de documento, todo depende de las preguntas y serán estas las que nos conducirán, tras el análisis preciso, a las respuestas posibles. Porque hemos de saber que la historia no es exactamente lo que ocurrió, lo que vemos, sino el honesto discurso que formulamos, tras analizar los hechos, con el fin de obtener explicaciones comprensivas. La fotografía es parte desde hace tiempo del diverso plantel de recursos documentales que manejamos para la aproximación histórica, sobre todo de los periodos más recientes. Yo lo vivo muy a menudo en mi trabajo, en el que incluso para la investigación arqueológica de, pongamos por caso, la Casa de la Tercia, la fotografía antigua nos ofrece datos de gran valor acerca de cómo eran edificios históricos que han cambiado mucho, a veces traumáticamente, en las últimas décadas.
Apartándonos un poco de estas reflexiones, aunque sin perderlas de vista, conviene que consideremos también el valor de la fotografía como elemento de construcción de identidades. Al igual que un álbum familiar, el conjunto de imágenes antiguas de una colectividad, como lo es la de Villarejo de Salvanés, encierra una visión muy vívida de lo que esta ha sido en el último siglo. Las fotografías nos muestran los rostros de los que fuimos, de nuestros antepasados, algunos todavía vivos, las costumbres, las relaciones humanas, y también el escenario en el que se desarrollaron sus vidas, precedente inmediato de nuestro mundo actual. Al observarlas, advertimos, por contraste, el cambio acelerado que se ha operado en pocas décadas, el paso brusco de una sociedad de marcado carácter rural y agrícola a un mundo muy distinto y tecnificado que hoy corre el riesgo de perder parte de sus señas de identidad. Frente a la amenaza del olvido, la fotografía nos permite conectar ambos mundos, nos ofrece un puente para identificarnos, para saber de dónde venimos. La historia es la que se encarga de contar y explicar el proceso, la que nos proporciona el discurso que nos acerca a comprender cómo hemos llegado hasta aquí. Pero luego están las historias personales, esa intrahistoria que refirió Unamuno y que ha quedado fijada en las imágenes, esa mirada sentimental a lo que fue cotidiano y se ha perdido, el terreno de las emociones íntimas y la nostalgia, el hilo de Ariadna de la identidad construida desde la conciencia de lo que fuimos y lo que somos. Al igual que cuando recorremos, en tardes melancólicas, nuestro propio álbum familiar en el salón de casa, al mirar estas fotos sentimos una historia emocional que nos conecta con nuestro pasado colectivo y nos da el sentido del ser de Villarejo de Salvanés. Y eso es algo que no podemos permitirnos perder.
La historia reciente de nuestro pueblo, en su reflejo fotográfico, queda registrada por primera vez en esta recopilación de imágenes a las que cabe considerar como un verdadero archivo, y todo gracias a la labor de los responsables de la revista Encomienda Mayor de Castilla que, a través de la sección Fotos con historia, han reunido, mes a mes, durante 23 años y de forma completamente altruista, un considerable número de instantáneas cedidas por los vecinos. Esta heroica y paciente labor recopilatoria, se convierte ahora, por iniciativa de Justo Pérez Paris y su familia, en una publicación que quedará ya para siempre como referencia de la memoria visual del último siglo. Y aquí cabe, por mi parte, un triple agradecimiento: en primer lugar, como vecino que siente reforzado con este libro el vínculo sentimental con su propio pueblo; en segundo lugar, como historiador y arqueólogo que ahora ve reunido un caudal de información gráfica que va a ser muy útil en su propia labor y en la de los que le sucedan; y, finalmente, sobre todo, como individuo consciente que encuentra en el logro de esta publicación un motivo más para seguir confiando en los valores que nos hacen humanos y nos acercan a unos con otros. No puedo más que dar la enhorabuena a todos los que han hecho posible este volumen y al pueblo de Villarejo de Salvanés, su verdadero protagonista.646 59 28 25 - info@contextogestion.es