Aunque hay constancia de su presencia en la Iglesia Parroquial de San Andrés en un inventario realizado en 1940, la corona ha sido hallada recientemente y, tras la realización de un estudio inicial, se ha podido determinar que perteneció a la Virgen de la Victoria de Lepanto. Actualmente, es el atributo ornamental más antiguo conservado de la imagen original de la Virgen, ya que data de 1629.
La corona recuperada es un claro ejemplo de metalistería barroca de la primera mitad del siglo XVII, si bien resulta muy complicado con la información disponible establecer el taller de procedencia. Se trata de una corona cerrada fabricada en bronce dorado al fuego y consta de varias partes engarzadas, algunas de ellas desaparecidas como consecuencia de la profanación a la que fue sometida en los primeros compases de la Guerra Civil Española.
En su parte central se situaban cuatro diademas o arcos, tal y como indica la presencia de los soportes y sujeciones de las mismas, si bien solo se conserva parte de la diadema frontal. Los soportes cuadrados de las diademas se encuentran alternados con florones consistentes en dos volutas enfrentadas entre las que se eleva un remate terminado a su vez en pequeñas volutas sobre las que se alza un remate de pirámide y bola.
La corona inferior dispone, en la cara exterior, de dos baquetones sencillos que enmarcan una serie alterna de piedras ornamentales, algunas de las cuales han desaparecido y solo se conservan los huecos donde iban engastadas.
Uno de los elementos más sobresaientes de esta corona es la inscripción que conserva en la superficie interior, ya que aporta daros de gran importancia. La transcripción de la inscripción es la siguiente:
DIO ESTA CORONA ¤ A ESTA / SANTA IMAXEN ¤ FERNAN/DO Ð SIGVRA ¤ I PVEBLA ¤ ALCAIÐ / DEL ¤ VILLAREXO ¤ AÑO 1629
Fernando de Segura y Puebla, donante de esta corona, fue tesorero de la testamentaría del Duque de Lerma y, por tanto, administró los intereses de los herederos de este durante los doce años en que tuvieron derecho a las rentas por privilegio obtenido del rey Felipe IV. La inscripción de la corona que nos ocupa lo sitúa como Alcaide de la fortaleza en Villarejo y sabemos que también ostentó el cargo de Administrador de la Encomienda Mayor de Castilla, según consta en algunos documentos. Durante aquellos años, no era infrecuente que el Alcaide de la fortaleza fuese a la vez administrador de la Encomienda en nombre del Comendador Mayor.
Las piezas de joyería tienen una consideración cultural de bienes de prestigio. Así, si las joyas resaltan el poder de la persona que las porta, también van a proyectar ese prestigio a quien realiza una donación a un santuario o imagen de su devoción, por su valor no solo crematístico, sino también de representación.
El acto de donación de la corona hallada en Villarejo de Salvanés, se explica a tenor de los datos que hemos podido recabar del donante, toda una personalidad del momento, así como de la devoción inspirada por la Virgen no solo en la localidad de Villarejo, sino también en todo el ámbito del centro de Castilla.
Las donaciones de joyas y otros ajuares a la imagen de la Virgen de la Victoria están bien atestiguadas a lo largo de la historia, si bien prácticamente todos los objetos que formaban parte del ajuar original de la Virgen fueron desapareciendo por expolios, robos o, de manera más traumática, durante la Guerra Civil Española, cuando incluso se perdió la imagen de la Virgen. Donaciones a la Virgen que, junto con otras realizadas al propio Santuario, provenían generalmente de miembros de la nobleza y de las casas de labradores ricos de la localidad.
El gusto por el lujo y la ostentación que se extiende durante los siglos del Barroco van a impulsar este tipo de donaciones entre los grupos mejor posicionados económicamente.
Luis Andrés Domingo Puertas
Historiador y arqueólogo
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