Este mes de febrero, la Revista Ayer&Hoy, en la sección Nuestro Patrimonio, publica este interesante artículo divulgativo escrito por nuestro historiador Luis Andrés Domingo, sobre el conjunto de arquitectura tradicional de Patones de Arriba (Madrid). Esperamos que os guste.
ARQUITECTURA VERNÁCULA: PATONES DE ARRIBA
Luis Andrés Domingo Puertas
La arquitectura tradicional o vernácula se caracteriza principalmente por su adaptación a las características del medio en el que surge, así como por un sentido eminentemente práctico que deriva del intento de dar solución a las necesidades habitacionales y económicas más básicas, conjugando la utilización de los recursos y materiales disponibles en el entorno inmediato. Los profundos cambios acaecidos en los ámbitos rurales desde mediados del siglo XX, han dejado su huella traumática en numerosas poblaciones que han ido perdiendo su fisionomía autóctona como consecuencia de la introducción de nuevos materiales y técnicas constructivas ajenas a la tradición. La preservación, por unos motivos u otros, de determinados conjuntos rurales donde predominan las construcciones tradicionales ha sido fruto de infrecuentes circunstancias, y el caso de Patones de Arriba es un ejemplo paradigmático.
Este bello conjunto de arquitectura vernácula, uno de los mejor conservados de la Comunidad de Madrid, está enclavado en el extremo noreste de la región y, si bien actualmente se encuentra desnaturalizado en cuando a su sentido original, en las últimas décadas, se ha visto notablemente revitalizado por su desarrollo turístico y son muchos los visitantes que acuden en fines de semana atraídos por la singular belleza del conjunto arquitectónico y del entorno con el que este se mimetiza, así como por la amplia oferta hostelera que se concentra en sus callejuelas empedradas.
Más allá de su indudable atractivo turístico, lo cierto es que Patones de Arriba es un referente de la arquitectura negra en las estribaciones serranas de la región de Madrid, un conjunto cuya conservación nos permite contemplar hoy la simbiosis entre paisaje y arquitectura tradicional como expresión intemporal de la adaptación de los grupos humanos al medio. Es obvio que el traslado de la población hasta el llano, donde hoy se encuentra Patones de Abajo, a mediados del siglo XX, propició la conservación del urbanismo y las características arquitectónicas del primitivo enclave, permitiendo así que hoy podamos gozar de su estudio y contemplación.
La primera noticia que se conserva de este caserío, datada en 1555, se halla en un padrón de la población de Uceda, en el que se menciona una alquería de siete vecinos en la hoz de los Patones, denominación esta que tiene que ver con el apellido de sus primeros pobladores, una comunidad pastoril que estableció esta aldea con el propósito de vivir en la proximidad de los pastos y cerca del ganado. El pequeño caserío de pizarra, entremezclado con las tenadas y construcciones auxiliares para la explotación ganadera, fue creciendo tímidamente y sin grandes avatares históricos a lo largo de los siglos siguientes, siempre en una absoluta dependencia de Uceda en todos los órdenes, incluso el religioso, pues carecía de iglesia propia. Es a partir de 1653, cuando se construye una ermita dedicada a María Santísima primero y, después, a San José, constituyéndose como parroquia dependiente de Santa María y San Juan de Uceda a partir de 1753. Es esta sobria y sencilla iglesia el único edificio singular que destaca en el conjunto, si bien queda perfectamente integrada en el mismo.
La configuración del casco urbano de Patones de Arriba asemeja a una “V”, con dos brazos que se encuentran a ambos lados de una abrupta y corta vaguada por la que discurría el arroyo Labradillo en torno a la que se distribuyen orgánicamente las estrechas calles y las sencillas casas intercaladas con construcciones auxiliares anejas. Todo ello, ofrece una configuración escalonada con calles tortuosas que muestran panorámicas de gran belleza desde distintos puntos del caserío. En las partes altas, y ya en las afueras de las zonas actualmente en uso, se encuentran agrupaciones arruinadas de casas, tenadas para el ganado y eras abancaladas con muros de contención escalonados para adaptarse a la pendiente del terreno.
Resulta un privilegio, avanzado ya el siglo XXI, poder contemplar y sumergirse en la autenticidad que nos hace sentir un núcleo rural que, fosilizado, ha llegado hasta nuestros días como un eco de esos duros tiempos en los que las comunidades pastoriles de la sierra se mimetizaban con el entorno.646 59 28 25 - info@contextogestion.es